viernes, 21 de septiembre de 2012

UN SIGLO DEL BETI JAI - LOGROÑO







Agustín Cadalso

Logroño. Día de San Mateo de hace 100 años. Se inauguraba un nuevo frontón en la ciudad. Ajeno a las inclemencias del tiempo por estar cubierto. Cancha de 54 metros, 10,5 de ancha y 74 metros de fondo, gradas con palcos y techumbre de cristal. Los materiales para la construcción eran locales, no así el capital, que era navarro. De ahí su nombre, que evocaba al que hoy en día sigue en pie en la calle Marqués de Fiscal de Madrid del año 1894. El Beta Jai de Logroño, obra del arquitecto Agustín Cadalso, se instaló en terrenos de Pedro Iñiguez y echó a andar en las fiestas siendo su construcción meteórica. Junto al Instituto y entre las calles Duquesa de la Victoria y Avenida de las Adoratrices, cerca del convento.

Fachada del frontón
Primer partido
Hace un siglo Logroño tenía pocas cosas más allá de esa barrera de lo que es hoy el Sagasta. La plaza de toros, que estuvo ubicada en la confluencia que hoy marcan el cruce de Duquesa de la Victoria y Avenida de Colón y que se incendió un año más tarde dando lugar a la de la Manzanera. Se instalaron tres farolas en la calle para dar sensación de cobertura a una zona en expansión.

Aquél día de otoño se inauguraba a las diez de la mañana el recinto con un concierto a cargo del Regimiento de Bailén y media hora más tarde con un partido de remonte a cargo de Tacolo y Artamendi contra Ucín menor y Errezábal que ganaron los primeros por 50-41 y otro de mano a cargo del Chiquito de Azcoitia y el riojano Bojas frente a Fernández mayor y Baltasar ganado por el murillejo y su compañero por 20-13. Llenazo con 500 personas, hablaban en la época que pasaron por taquilla a 0,75 céntimos (de peseta) por una localidad en la galería, 1,5 en la primera fila alta y a 2 pesetas el palco.

Interior del Frontón
La sociedad del Beti Jai, compuesta por Isidro Íñiguez Carreras (presidente), Herreros de Tejada, Murillo y Mardura (intendente) llegó a Logroño con la intención de quedarse y explotar el recinto no sólo con la práctica del noble y viril sport vasco hasta entonces instalado en la Calle del Norte en el Frontón Logroñés, que era el espacio 'natural' para la pelota en la capital riojana. Conciertos, celebraciones, circo, lucha libre y espectáculos sin fin se instalaron en este nuevo ágora deportiva que se abría a la ciudad y que había costado 300.000 pesetas (1.800 euros de hoy). Mientras la pelota a mano parecía estar instalada junto a las murallas de El Revellín, el Beti Jai se centró en la explotación del remonte, una especialidad que permitía ofrecer partidos a diario y extender la apuesta como fórmula para amortizar la inversión.

Remontistas
No tardó la sociedad propietaria en instalar calefacción y cine. Seis películas se pasaron en 1913 como estreno. El Beti convivía con las programaciones que se ofrecían en San Sebastián (Jai Alai) y Pamplona (Euskal Jai), el Vitoriano y el Moderno de Madrid, entre otros. Los remontistas iban y venían para dar oxígeno a las programaciones con gente nueva y atraer al público. Entre la nómina de remontistas, escasa población riojana, a excepción de los hermanos Lechuga y Román Munilla. De 1912 a 1916 se abusó de partidos hasta el punto de dejar sin sentido las programaciones. A eso se le añade los primeros partidos de raquetistas femeninas procedentes de Madrid en 1918. El Beti Jai entró en una fase oscura agravada por las difíciles condiciones de vida. Europa se tambaleaba con la Primera Guerra Mundial y la gripe hacía estragos entre la población.
En 1920 el empresario riojano Hipólito Bergasa se hacía con la propiedad del frontón. También se le daba un giro a al Frontón Logroñés, que se adecentó y cubrió para dar mayor confort a los aficionados. En la década de los 20 el Beti Jai ni se usa, al menos como espacio para el deporte. Salón de baile, cine y taller mecánico son las actividades centrales. Logroño devoraba el cine con deleite y la pelota (a mano) la capitalizaba el Frontón Logroñés. Eran años en los que la ciudad devoraba las crónicas de los valientes héroes de la aviación española, entre los que se encontraban Eduardo González Gallarza y Niceto Rubio. El primero materializó con éxito el vuelo Madrid-Manila, y el segundo, como miembro de la escuadrilla Atlántida que llegó a las colonias africanas cabotando el continente negro antes de que el cartero Lindberg cruzara el Atlántico en solitario convirtiéndose en el gran pionero.

Reinauguración del Beti Jai
A partir de 1927 el Beti Jai reabre sus puertas para el deporte de la pelota, ya que también quiere parte del pastel de la calle del Norte, desde donde contraatacan con la instalación de un cinematógrafo. Eran buenos tiempos para los pelotaris. No daban abasto. Si no era en uno, era en otro frontón donde jugaban y pasaron a estar bien pagados porque los empresarios querían mantener plantillas fijas para mantener programaciones fijas.

En 1928 se hacen reformas en el Beti Jai. El espacio para el baile había recortado el área de la cancha y donde Mondragonés, en un partido, llegó a poner ¡58 rebotes! Con las mejoras el periódico vasco 'Excelsior' ensalzó las virtudes del frontón y gracias a su empuje lo reinstaló en el circuito más importante del desarrollo de la actividad pelotazale. Viguera, Alcanadre, los hermanos Gato Rojo, Higinio, Monís, Bojas II y el gran Corono capitalizaban el interés de los aficionados riojanos. Pero Bergasa se cansó de llevar todo el peso del Beti Jai y cedió en arrendamiento el frontón.

Desde 1930 fueron innumerables los empresarios que quisieron hacerse cargo del recinto. El primero de ellos fue Ricardo Urbina, pero chocó pronto con la realidad. La competencia fuera de Logroño era feroz y los pelotaris punteros lograban mejores beneficios fuera de Logroño. Quizá Bergasa fue el primero en atisbar el problema y que Logroño carecía de grandes figuras. Así, las programaciones con la gente importante se centraban en las fiestas, aunque la agitación social en España era notable y empezó un tiempo de zozobra con los movimientos sindicales y la llegada de un espacio político renovador como la República. Costó rehacer la normalidad, pero llegó, a pesar de los incidentes de Arnedo del 32, pero como el resto de Europa estaba peor, España vivió un renacer que permitía hablar de grandes obras, como por ejemplo la del túnel de Piqueras y otra aún más osada, como la de enlazar España y África a través del Estrecho, un gran proyecto del que volvía a hablarse con fuerza desde que 1917 se presentara.

Logroño exhibía modernidad con la instalación de la primera emisora EAJ18 y había tiempo para que se organizaran concursos de belleza en el Beti Jai que arrojaban como ganadora a Matilde Benés como primera miss Rioja. Mientras, la gestión deportiva del frontón pasó de Urbina a Ábalos y de éste a Marcial Chaboy, un arriesgado empresario que se hizo cargo del frontón hasta que llegó la Guerra Civil. El frontón cedió su espacio para la instalación de una cárcel provisional. Malos tiempos de nuevo. La pelota dejó de repiquetear en las paredes del Beti Jai, pero pronto el nuevo régimen entendió que había que revitalizar con entretenimiento a la población y la pelota era el mejor argumento para ello.
Raquetistas

En 1941 se empezaron a montar los primeros campeonatos territoriales de pelota. A falta de estrellas la actividad empezó a concentrarse en el campo amateur. Ruperto, Valverde, San Miguel y Cantarín, entre otros, afloraron como nuevas figuras locales y sobre ellos recae el peso de guarecer en sus manos el lento renacer de este deporte aunque la llegada de las grandes figuras norteñas fuera una quimera. Fue a partir del año 1942, con Izaguirre como director del Beti Jai, a expensas de un nuevo grupo empresarial dirigido por el señor Cuscó, cuando se dio con la fórmula mágica para llenar nuevamente el frontón. Las raquetistas.

Las mujeres raquetistas fueron algo más que una anécdota en la andadura de este frontón. Desde 1942 a 1945 se ofrecieron casi 6.000 partidos de mujeres-pelotari.
María del Pilar Gutierrez

 Entre ellas destacó la figura de la riojana Pilarín, notable jugadora que logró apañar los ingresos propios y familiares de unas mujeres que, detrás del glamour del frontón, vivieron situaciones dramáticas en la postguerra. Tal fue el empuje y la atracción que ejerció entre el público riojano la presencia de las señoritas, que el Beti Jai concentró todas sus energías en desarrollar esta faceta de la pelota. Pero esta voracidad por ver a las chicas en acción no eran sino una válvula de escape y el reflejo de la sensación de ahogo de una sociedad que se permitía editoriales del estilo: «El beso en el cine es atentatorio a la moral pública y a la espiritualidad pulcramente española».

Los manistas se enfadaron por su pérdida de presencia y muchos tuvieron que hacer las maletas. La mano se centró en los pueblos riojanos y Haro, con su flamante Carrasco, recuperó el brillo de las programaciones sin permitir que la afición decayera. Se unió con energía el frontón Jardín de Santo Domingo a la actividad de mano, mientras se iba gestando el desarrollo de la pelota moderna. La incipiente Federación Riojana de Pelota, dirigida por Javier Adarraga, promovía matinales en el Beti Jai con el fin de dar cabida a miles de partidos de aficionados y el público concentraba sus energías entre Territoriales, Interterritoriales y torneos del Frente de Juventudes para saciar el hambre de pelota. 




Fue en 1947 cuando La Rioja encontró en Barberito la figura que llevaba décadas buscando. El astro de Baños catapultó las pasiones por la mano y dio un nuevo giro a las tendencias. Como en el caso del remonte, las raquetistas pasaron al olvido. La fórmula volvió a agotarse.

Abel San Martín - Barberito
Fue en medio de la II Guerra Mundial, cuando aquí se formó una buena con Abel San Martín. Entre él y el caracolero Titín llevaron a La Rioja a lo más alto del campo aficionados. Hubo intentos previos con otros jugadores, pero nunca se terminó de redondear la faena. José María Escolar y Manuel Royo tomaron el relevo del frontón tras Izaguirre y es a partir de este momento cuando las carteleras empiezan a notar variedad y rotación antes de dar paso al señor Ibernia, empresario del Carrasco, cuya capacidad de maniobra se estrelló con la realidad.
Titín I

En 1948 tomó las riendas del frontón Efisio Alti, que había dirigido Empresas Unidas. Hijo del jarrero Juan Alti y padre de Juan Carlos Alti, trató de darle un nuevo empuje al Beti Jai. La pelota vivía el ocaso de Atano III y se dejaba deslumbrar por Miguel Gallastegui como principal adalid de la pelota.

Y llegó el ocaso del frontón. Barberito alcanzaba su techo como pelotari en 1953, gracias a su título manomanista, y Logroño y su afición llenaban el frontón a cada paso de Abel. La vida del Beti Jai empezaba a dar síntomas de agotamiento. Las dificultades para competir con otros frontones y la mala experiencia empresarial por salvaguardar el bello recinto logroñés hizo que el Beti Jai cayera en el olvido por simple abandono. Aquel escenario de otros tiempos, que colocó a Logroño en la modernidad, ya no interesaba. El Diana prolongó la vida de un edificio que echó el cierre definitivo para la pelota en 1956. La actividad quedó desnuda, sin un recinto donde refugiarse. Sin una instalación óptima, la pelota cayó en un pozo y muchos pelotaris tuvieron que encontrar refugio en otras comunidades. El Carrasco intentó mantener la línea continua de la pelota después de muchos años convertido en cine, pero también tenía las horas contadas el recinto jarrero.
Moisés

La imposibilidad de competir de tú a tú con otros pelotaris nos alejó de las citas nacionales y representó un retroceso de crédito; pero entonces llegó otro impulsor, Moisés Moreno del Val, que como las semillas en un desierto, que con las primeras gotas de agua afloran, volvía a ponernos en el mapa. El frontón La Cadena de Arnedo fue un recurso para la mala época hasta que se construyó el Adarraga en 1964, un frontón que ya batido el récord de 44 años de vida que dejó atrás el Beti Jai. Larga vida.



 

TEXTO ÍNTEGRO: Miguel M. Nafarrate www.larioja.com
FOTOGRAFÍAS Y AMPLIACIÓN: Paco Bermejo www.bermemar.com